miércoles, 26 de agosto de 2015

La Neotipografía

     La consideración que poco a poco va teniendo el público de que las piezas que hoy salen de las nuevas imprentas tipográficas son un producto artístico, se debe en parte a la labor pedagógica que en los últimos años venimos realizamos al mostrar en Internet unos productos diferentes, bien ejecutados, con un discurso gráfico muy personal y diferenciado tanto del grabado como de la xilografía y la serigrafía. Me aterra pensar que todo se deba a un hartazgo de la monotonía digital o que sea consecuencia del movimiento que demanda la vuelta a la artesanía de los oficios manuales, pues entonces estaríamos perdidos, la imprenta tipográfica sería solo una moda. Seguramente habrá algo de todo y mucho de nada.


Obra de Francisco de Paula Martínez Vela de la Imprenta Artesanal Marvel
    
    De ahí que esta corriente neotipográfica sea en mi opinión tan importante, no solo porque está consiguiendo mantener viva la imprenta, sino porque esta aportando a las artes gráficas unos criterios artísticos en cuanto al uso y combinación de tipos de madera y metal, el uso del color y unas composiciones atrevidas fuera de toda regla convencional y especialmente digital. En mi opinión, el gran renovador en nuestro país ha sido, sin duda, Emilio Sdun, o al menos dejó su impronta en todos los que le conocimos y trabajamos con él, aunque en los trabajos que salen de los nuevos talleres ya se vislumbran asimismo las influencias de grandes tipógrafos españoles como Mauricio Ámster, Ricard Giralt Miracle, los poetas experimentales Joan Brossa y Felipe Boso o de artistas algo más desconocidos como el catalán Lluís Jou (ver atículo en unostiposduros), siendo también palpable la influencia en muchos de nuestro trabajos de los grandes tipógrafos europeos, o más actuales como el inglés Alan Kitching o el americano Amos Kennedy.


Algunas de las obras realizadas por Jesús Morentín de Bunkertype. Foto Jesús Morentín.

    
     Haber tenido la suerte de formar parte, desde el principio, del grupo de personas que se embarcaron en el intento de hacer renacer la tipografía como lenguaje gráfico y artístico, a la vez de haber sido de los últimos que aprendieron en una escuela el arte tipográfico en su vertiente comercial, me permite ver el asunto con una perspectiva diferente y reconocer que el éxito de la nueva tipografía es el triunfo de la radical alteración en el proceso de elaboración, lo que da un resultado formal al impreso nuevo y diferenciado de lo que podemos ver en el mercado gráfico.
    
     Pero para que la cosa no quedara en algo pasajero era necesario que los que estábamos trabajando, de manera casi monástica, saliéramos de ese anonimato, primero haciendo visible nuestro trabajo y luego generando la necesidad de consumo tipográfico por parte de los potenciales consumidores de este tipo de obra gráfica. De modo que cuando en 2011, y convocados por el impresor y bibliófilo cántabro Alastair Carmichael, se reunían en Santillana del Mar los impresores tipográficos Emilio SdunPaco CumpiánPepe AndradeJosé Manuel Martín Almeida y Francisco de Paula Martínez Vela, poco podíamos imaginar que aquello fuera el comienzo de nada, más bien parecía el encuentro de cuatro locos románticos que sentían pasión por un oficio antiguo y trasnochado. De aquel encuentro ya deje un artículo en este mismo blog (mayo 2011) en el que narraba las peripecias del mismo. 

Algunas imágenes de aquel encuentro en 2011.


   
    He de reconocer que el primer encuentro hubiera pasado casi desapercibido de no haber sido por la reseña aparecida en la web unostiposduros, fundamental para que los pocos impresores e impresoras que estaban comenzando o los diseñadores gráficos que habían puesto sus ojos en este oficio de cara a iniciar una nueva actividad, se dieran cuenta de que su elección no era algo aislado, que ya había otras personas imprimiendo artesanalmente en España, lo que, además de visualizarnos, nos facilitó los primeros contactos.

    La proliferación de talleres tipográficos artesanales, en apenas tres años, hizo que pasáramos de ser "cuatro gatos" a superar la docena de imprentas en funcionamiento por toda la geografía nacional. Aunque, todo hay que decirlo, gran parte del merito de esta multiplicación fue la idea de un grupo de jóvenes madrileños de hacer un crowdfunding para financiar la compra de una antigua imprenta, y que terminaron llamándose La Familia Plómez. Aquello fue una autentica revolución tanto en los medios de comunicación como entre los nuevos diseñadores gráficos que vieron en la imprenta tipográfica, lo que los impresores dejaron de ver hacía ya muchos años, y que animó a otros grupos o personas individualmente a iniciar su andadura tipográfica, rescatando, de paso, a algunos jóvenes impresores comerciales que todavía conservaban en sus talleres prensa y tipos de plomo, como es el caso de Miguel Morales de la imprenta cordobesa La GutenbergY claro, como lo primero que hace todo buen impresor tipográfico es abrir una web, blog, o página en facebook para comenzar a mostrar sus impresos, esto hizo más fácil el que pudiéramos conocernoshaciendo que los contactos fueron cada vez más fluidos e interesantes y que de aquellas conversaciones surgiera la idea de vernos personalmente y poder ver y tocar lo que andábamos imprimiendo. 

    Así que cuando Lola Espinosa, una de las primeras impresoras tipográficas que abrió taller en España y al que bautizó con el acertado nombre de Oficio, tuvo la feliz idea de organizar, en 2014, un nuevo encuentro de impresores tipográficos en Valencia, me faltó tiempo para decir que contaran conmigo. Aquel fue un encuentro entrañable y muy emocionante, al menos para mi, porque pienso que lo de conocerse a través de la red es extraño, casi siempre me hago una idea que difícilmente luego encaja con la persona real. Unos minutos hablando me muestran más de la otra persona que lo visto en cientos de entradas y envidiables fotos. Allí me reencontré con antiguos amigos como Alastair Carmichael y pude por fin conocer a nuevos como Lola Espinosa, Eva Mengual,  Xelo Garrigós y Jordi Sempere, Lars Amundsen y Matthias Beck, Marta Pina, Lola Jiménez y Antonio Expósito, Elies Plana y Gabriela Comba y a Juanjo López. 

    Los talleres participantes aquel 19 de junio fueron: Imprenta Carmichael-Alonso (Lloreda de Cayón. Santander), Oficio (Burjasot. Valencia),La Seiscuatro (Valencia), Mecana Sans (Alicante), Tipos en su tinta (Santa Cruz de Tenerife), Industrias Lentas (Valencia), Animatipia (Collado Villalba, Madrid) Granja Gráfica (Barcelona) La Familia Plómez (Madrid) y la Imprenta Artesanal Marvel (Alcalá la Real. Jaén). El encuentro tuvo lugar en el Centro Cultural de Bujarsot, una localidad cercana valencia y en la que Oficio tiene su taller. Uno a uno fuimos hablando de nuestro taller, mostrando imágenes y trabajos realizados y sobre todo compartiendo emociones e historias de los más interesantes descubriendo, de paso, lo mucho en común que personas tan distintas y de tan diferentes lugares teníamos en torno a la imprenta tipográfica. 
  
   También pudimos visitar el Museo de La Imprenta del Puig, así como los talleres de Lola Espinosa y de su maestro Alfredo Lazo en la cercana localidad de Godella. Un día que supo a poco y dejó una agradable sensación en todos y cada uno de nosotros.


Algunas fotos del encuentro de Valencia.
  
   Y como somos reincidentes en esto de la tipografía y la imprenta, los talleres madrileños pensaron que no hay dos sin tres, por lo que agarrándose bien fuerte a los componedores y tipos se pusieron a organizar el III Encuentro. Lola y Antonio de Animatipia y Juanjo, Eva, Roberto, Vero, José Ramón, Nicolás y Raquel de los Plómez comenzaron a pensar como hacerlo este año, preparando, no sin ciertas dificultades, un programa de actividades mucho más extenso e intenso, nada más y nada menos que cuatro días de tinta y plomo, reservando el primero y último día al papel impreso en forma de incunables, catálogos y otras joyas bibliográficas. Este año pude por fin conocer personalmente a Jesús Morentín, Yago Bolivar, Vero Gorri y a Paco Mora, así como reencontrarme con Lola Jiménez y Antonio Expósito, José Ramón Penela, Juanjo López, Roberto Gamonal, Eva de la Rocha, Eva Mengual, Lars Amundsen y Matthias Beck, Lola Espinosa y Xelo Garrigós. 

    Los talleres participantes del 10 al 13 de julio fueron: Animatipia (Collado Villalba, Madrid), La Familia Plómez (Madrid)La Seiscuatro (Valencia), Tipos en su tinta (Santa Cruz de Tenerife)Oficio (Burjasot. Valencia) Mecana Sans (Alicante), Bunkertype (Barcelona), PMPGRAFIX (Albacete), Imprenta Artesanal Marvel (Alcalá la Real. Jaén) y Christian Granados de la LCC-UAL de Londres.

    José Ramón Penela fue el encargado de darnos la bienvenida en nombre de los organizadores y pasó a presentarnos al bibliófilo y pendolista Javier García del Olmo que nos mostró algunas piezas de su colección personal, que son muchas y extraordinarias. Nos dejó tocar y remirar una página de Las Crónicas de Núremberg, un incunable impreso por Anton Koberger en 1493 (una experiencia inenarrable), también nos enseñó una impresionante obra de Leon Curmer de 1890 y entre otras curiosidades tipográficas, un raro ejemplar del libro La Typographie de Marcel Valotaire de 1930 y diversos y muy interesantes catálogos de tipos de fundiciones francesas, portuguesas y españolas. Al finalizar, Christian Granados , uno de los participantes, nos mostró algunos catálogos de tipos ingleses de su colección, con tipos raros, interesantes y desconocidos por mi.





    
   Para el fin de semana, la propuesta consistía en la realización de un libro impreso en el que cada taller se encargaría de imprimir una página del mismo y del que se haría una tirada de 18 ejemplares. Y a pesar de contar con dos días para hacerlo, la actividad tuvo que dividirse entre el taller de los Plómez en Madrid y el Centro Cultural Peñalba de Collado Villalba, donde nos esperaba una más que agradable sorpresa.

Paco Vela realizando un tiro en la prensa tipo Stanhope de Animatipia. 


    
     Que como pueden ver en la fotografía era una prensa tipo Stanhope, fabricada por Amos dell`Orto en Monza en 1857, y que habían adquirido y traído desde Italia Animatipia hacía unos años y que habían cedido al Centro Cultural para su exposición. Como podrán imaginar, tener a nuestra disposición una pieza de museo para realizar nuestras impresiones fue memorable. La actividad desarrollada durante los dos días fue intensa y llena de emociones. Lo cierto es al ver a otro impresores ejecutar su trabajo uno aprende y mucho.


Vero Gorri manipulando el trabajo realizado durante el Encuentro. Foto Juanjez López.

    
    El encuentro concluyo el lunes 13 con una visita a la Biblioteca Histórica "Marqués de Valdecilla" de la Universidad Complutense de Madrid, en la que además de visitar el edificio y el magnífico taller de restauración que tienen, pudimos ver algunos libros especialmente preparados para nosotros, que como podrán imaginar tenían como nexo común la imprenta. 




   
    Así pudimos ver (que en esta ocasión el tocar estaba prohibido) un ejemplar completo de la Crónicas de Nuremberg, de Anton Koberger que, como dije antes, imprimió en 1493. Un libro impreso en Sevilla por Jacobo Cromberger en 1510, en mi opinión el más grande de los impresores alemanes afincados en España en el comienzo de este arte en la peninsula. También un curioso libro impreso en el taller veneciano de Aldo Manuzio en 1512 y que tenía escrito, de su puño y letra, que pertenecía al inmortal Francisco de Quevedo. Un pequeño libro de bolsillo titulado Russia seu Moscovia itemque Tartaria, impreso en 1630 en la oficina Elzeviriana de Leiden, por el holandes Abraham Elzevir, tercera generación de los Elzevir y responsable de la fama y calidad de los libros que a partir de entonces salieron de la Ex Officina Elzeviriana. Tambien pudimos contemplar un ejemplar de La Conjuración de Catilina y la guerra de Yugurta de Salustio, impreso por Joquín Ibarra en Madrid, en 1772, o el libro Crispus Sallustius, impreso en Birmingham en 1773 por John Baskerville y alguno más que no anoté, sobre todo por que a partir de aquí yo ya no estuve para más libros, pues tuve la inmensa fortuna de poner tener entre mis manos un ejemplar de uno de los primeros libros impresos en la Granada recién arrebatada a los andalusíes, era el Arte para ligeramente saber la lengua araviga, escrito por fray Pedro de Alcalá, e impreso por Juan Varela de Salamanca en 1505. Para un amante de la historia de la imprenta y además granadino ¿pueden imaginar algo más emocionante?.




    El Encuentro concluyó con una visita a la Imprenta Municipal delAyuntamiento de Madrid, en la que contamos con las explicaciones de José Bonifacio Bermejo, su Director. Un buen punto y final para un encuentro donde la IMPRENTA, así, con mayúsculas, fue la responsable de que la sensación que todos y cada uno de nosotros nos llevamos a nuestro taller no haya podido ser más positiva.


lunes, 24 de agosto de 2015

Demasiado tarde para desaparecer



   Cuando a finales del siglo XX la mayoría de las imprentas comenzaron a aventurarse en nuevas técnicas de composición e impresión, desplazando progresivamente todo lo relacionado con la tipografía, ni cajistas ni impresores intuyeron lo que se les venía encima, la linotipia primero y el offset después, iban a marcar definitivamente el devenir de un oficio que llevaban realizando muchos años y que antes habían visto hacer a sus maestros, nadie pudo imaginar que aquello era el principio del fin. 

El cajista Samuel Langhorne Clemens, conocido por todos nosotros como Mark Twain, hacia 1852. 

     
     Un cataclismo que no quisieron ver pero que, apenas unas décadas después, con la llegada de los primeros ordenadores e impresoras digitales a las Artes Gráficas acabaría arrollándolos en los últimos años del siglo pasado. Esto supuso, a mi entender, un punto de inflexión en un oficio tal y como se había conocido durante más de 500 años, y representó una transformación de la misma magnitud que la vivida en las imprentas durante el siglo XIX, cuando las prensas "Stanhope", la generalización del uso de "rodillos" (que para quién lo desconozca por aquel entonces se fabricaban mezclando cola y miel) y finalmente la linotipia, modernizaron e industrializaron los procesos de impresión y composición. No me cabe duda de que la Edad Moderna de la Imprenta en España fue resultado de la secuencia histórica conocida como revolución liberal, que además de la tecnificación, supuso el definitivo cambio en la mentalidad de los empresarios del sector gráfico, espoleado por un aumento de la alfabetización en una población que a partir de entonces comenzaron a demandar sus impresos.

Linotipias en la sala de composición de un taller portugués en 1950.






   
    Pero no crean que esta ruptura con el pasado, se vivió en las imprentas tipográficas comerciales con tristeza, más bien fue todo lo contrario. La mejora en la eficiencia y rentabilidad que suponían los nuevos procedimientos gráficos fue para todo el mundo un motivo de alegría, desde el aprendiz al propietario. Los cajistas, poco a poco, fueron mejorando sus condiciones de trabajo con la llegada de la linotipia, para acabar siendo los responsables, en todos los talleres, del manejo de las fotocomponedoras primero y los ordenadores después, liberando a tan legendario oficio de su pesada y poco salubre actividad. A su vez, los maquinistas dejaban, por fin, de tener que ser a la par que buenos impresores, mejores mecánicos, y los talleres comenzaron a ser lugares ordenados, limpios y luminosos, pues las nuevas máquinas y tecnologías requerían unas instalaciones muchos más amplias de las que hasta entonces habían necesitado ninguna imprenta tipográfica. Convirtiendo las Artes Gráficas en una actividad dinámica, tanto por su capacidad de incorporar adelantos técnicos, como por su incidencia social en la vida de pueblos y ciudades. Esta pujanza en las imprentas supuso a la vez la modernización  y el abandono del antiguo oficio, dictando, de paso, la suerte que corrieron cajas, minervas y demás elementos tipográficos, que en el mejor de los casos fue el arrinconamiento, cuando no directamente la venta a chamarileros o chatarreros.

Curiosa modificación de la prensa Ruggles reconvertida en planocilíndrica en un taller americano hacia 1906.


    

     Los hechos antes narrados no crean que son viejas historias sacadas de legajos o antiguos documentos, estos acontecimientos apenas hace treinta años que sucedieron y sin embargo parece que han pasado siglos, la velocidad de los avances en la tecnología digital nos alejan de ese pasado de manera exponencial a cada año que pasa. De manera que el avance inexorable del tiempo ha propiciado que, en ese breve espacio de tiempo, la mayoría de los talleres de imprenta que tuvieron en la tipografía su seña de identidad hayan, literalmente, desaparecido. 

    Por eso, el empeño en España por recuperar la imprenta tipográfica adquiere un valor excepcional y maravilloso. Por una parte porque por la edad, la mayoría de quienes andan en el intento son personas que se manejan con más soltura entre smartphone, ipad y ordenadores digital que entre utensilios tipográficos y por otra porque ya son poquísimos los talleres tipográficos a los que recurrir para conseguir material, máquinas o simplemente el consejo de un antiguo maestro. 

   ¿Hemos llegado demasiado tarde?, yo creo que no, pues es bien sabido que ante la adversidad el ser humano se crecen, encuentran soluciones a los problemas y los obstáculos son salvados con imaginación y perseverancia, además y para nuestra suerte no todo iba a ser zozobra, pues la finalización de la actividad de las imprentas en nuestro país, por jubilación de su propietario, supuso en muchos casos que los talleres quedaran tal cual fueron cerrados por sus dueños, viendo como ese material desechado y almacenado en lo más profundo de las imprentas han pasado a ser cotizadísimas  piezas anheladas por esto "buscadores de tesoros" en los que se han convertido muchos de los nuevos impresores tipográficos. 

 III Encuentro de Impresores Tipográficos. Madrid 2015 - Fotografía Paco Mora.



    

     Esta podía ser muy bien la génesis de los Encuentros de Impresores Tipográficos que se han celebrado en España y que sin duda van a ser el punto de partida de una historia que ha conseguido, por lo pronto, que la imprenta tipográfica no desaparezca y que tengan en sus manos el futuro de este antiguo arte.